Vistas de página en total

sábado, 26 de julio de 2008

Un hacha neolítica reposa en un bar de Entrecruces

......................................................CASAL
s. g. carballo

En los años 80, Ramiro Calvelo Recarey minaba un monte de la Alta de Entrecruces-Carballo para hacerlo cultivable. En medio de la labor con los aperos del tractor, emergió de la tierra una roca pequeña, pulida, brillante y llamativa. De estética sencilla. La guardó y se la llevó a su casa, que s el bar de Piñeiros, y desde entonces, con una salvedad temporal de un año, permaneció en un estante, tras el mostrador, para asombro y curiosidad de los clientes.
Esa piedra es en realidad un hacha neolítica. Así que tiene una antigüedad de unos 5.000 o 6.000 años, según calcula José María Bello Diéguez, director del Museo Arqueológico de A Coruña, en el castillo de San Antón, tras examinar la pieza en una fotografía.
Hace unos quince años, el hacha fue examinada por Carlos Ortega Peñamaría, en aquel momento profesor de geología del instituto coruñés Agra do Orzán, y estimó que se había tallado sobre diorita (roca plutónica) o grandiorita, y le calculó una edad de unos 4.800 años, dentro del período Neolítico, que coincide en Galicia con el Megalítico, el tiempo de dólmenes o antas. Además, una arqueóloga carballesa se la llevó cerca de un año a la Universidad de Valladolid, para su análisis, aunque su propietario no fue informado de las conclusiones a las que llegaron los expertos.
En cualquier caso, y según el profesor Bello, este hallazgo no es un hecho anormal: «En Galicia se han encontrado otras similares, y también en el resto de Europa». Sin ir más lejos, en las excavaciones del castro de Elviña o la Torre de Hércules, en las que él mismo participó. Y en otros castros, pese a que es una herramienta muy anterior a la cultura castreña. «Eso no significa nada, porque es un hacha que funciona, y aunque anterior en el tiempo, en efecto, no sabemos cuánto tiempo pudo durar o seguir fabricándose».
Y tanto que funciona. La de Entrecruces está impecable, pese a los miles de años transcurridos, así que, cómo debía de estar en sus años jóvenes, tal vez atada a un mango de carballo o de castaño. Bello recuerda que se han hecho experimentos para comprobar su calidad. Uno, tal vez, por el catedrático Ramón Fábregas, y otro en Francia, donde dos arqueólogos emplearon una hora en derribar un roble de 30 centímetros de diámetro con herramientas similares. Y eso, supuestamente sin pericia.
Avance importante
Explica José María Bello que el descubrimiento de este tipo de hachas supuso un avance muy importante en la transición del Paleolítico (las hacían al golpe, y se rompían) al Neolítico, facilitando mejoras notables en la agricultura. Quién se lo iba a decir a Ramiro Calvelo, que la descubrió precisamente haciendo uso de otra agricultura más moderna, a bordo de su máquina. Él recuerda que ese día, desde la cabina del tractor, le pareció ver más rocas llamativas o bien situadas, pero allí se quedaron. Tal vez aún sigan.
Para Bello, sería interesante encontrar las aldeas o asentamientos neolíticos, algo que se desconoce, aunque sí se sabe dónde estaban sus enterramientos (mámoas y dólmenes), al contrario de que los castros: se sabe dónde moraban sus habitantes, pero no dónde se enterraban.
A distancia del lugar del hallazgo, por cierto, que se produjo en el lugar conocido como Pedra Blanca, se encuentra el castro de Ouxas, bien conservado y así seguirá, salvo que la práctica motorista sobre sus murallas se perpetúe.
A estas hachas también se las ha llamado -terreno de la imaginería y no de la ciencia- piedras del rayo, porque se creía que las dejaba así el lóstrego al chocar contra ellas. Así que se las llevaban para casa, o para otro lugar, con la creencia de que, donde cayó una vez, la chispa no repetiría.
Además del hacha, cerca de allí también se encontraron pequeños molinos o maseiras : las cuencas de piedra para dar alimento a los animales. O eso parece. Por lo que se ve, es un lugar rico en historia. No sólo la Alta, también la Baixa. En los setenta se encontró en el lugar de Souto Grande una punta de lanza de la época del bronce final, entre el 800 y el 700 antes de Cristo. Ayer , como quien dice, si se compara con los 5.000 o 6.000 años del machete.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2006/03/25/4633249.shtml

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ola, parecee curioso o comentario dos muìños, se teñen a apariencia do pio dos animais pode ser por tratarse duns "muìños de artesa", creados a partir dunha pedra na que sò se moe nunha parte da superficie o que vai qcreando unha zona de fricciòn rebaixada e que lle confire a apariencia de cuncop. a proba que o refuta està no tacto do fondo deses pios.