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sábado, 26 de julio de 2008

Un equipo de arqueólogos tuvo que borrar las pintadas en los petroglifos de Mogor

Ni siquiera los petroglifos de Mogor (Marín), que miran hacia la puesta del sol en las Rías Baixas, se han salvado del vandalismo. En el 2002, unos vándalos pintaron con colores azul y rojo los laberintos de piedra. Los arqueólogos tuvieron que borrar las huellas y, de paso, derribar un depósito de agua construido justo en medio de las tres principales piedras grabadas. Los grafitos también son una pesadilla en los cascos viejos de Pontevedra y Santiago.
En otros casos, los agentes de la Policía Autonómica le han seguido la pista a piezas halladas en fincas privadas. Por ejemplo, este cuerpo descubrió en el 2003 una figura togada en el jardín de un chalé de Saa, en Lugo. El dueño aseguró que halló la escultura, de 85 centímetros de alto, entre las piedras de un muro, y decidió adornar su finca.
Más rocambolesca fue la búsqueda de la Pedra do Oso de Camariñas en el 2003. La Guardia Civil la encontró debajo de una lona en una obra de A Coruña. Tras una protesta, el reclamo turístico fue repuesto en su emplazamiento original.
Los ciudadanos también se movilizaron para salvar el patrimonio. En el 2004, un cantero jubilado de Chantada, Waldo Pastor, presenció en San Xillao cómo un tractor derribaba uno de los 37 cruceiros que fueron dañados ese año en Galicia. Como la obra era de su propia factura, decidió recoger los pedazos y reconstruirlo. En la misma comarca de Chantada hay muchos petos de ánimas en situación crítica. Cuatro sufrieron ataques en el 2004 en Galicia. Son los hermanos pobres de la restauración.
La venta de objetos antiguos también preocupa a las autoridades. Algunos restauradores ya veteranos recuerdan que durante la posguerra los marchantes iban por las aldeas de Lugo y Ourense para comprar santos al peso. Los feligreses, en plena época del hambre, aceptaban unos patacones por el valioso arte medieval abandonado en las ermitas gallegas. Así, muchas tallas religiosas con siglos de antigüedad acabaron en manos de anticuarios foráneos. En el último decenio, las aldeas abandonadas han sido saqueadas en busca de muebles rústicos.
El año pasado, arqueólogos de la Delegación Provincial de Cultura en Ourense se desplazaron a Lobeira para examinar dos sarcófagos de piedra del siglo IV hallados en la finca de una casa en ruinas y con el cartel de «Se vende». Los agentes del Seprona evitaron la venta de esos bienes sin catalogar.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2006/05/14/4772747.shtml

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